miércoles, 9 de febrero de 2011

Me violaron los pies


Estuve felizmente de vacaciones. Ahorré mi sueldo docente todo el año y mochila al hombro, más tres amigas de compañeras, me fui de viaje. Estuvimos en Perú y Ecuador. Bueno nuestro equipaje era una mochila de mochilero hippón pero la realidad es que tenía la Visa Gold de papá al ladito nomás de la bolsa de dormir.
No ahorramos en excursiones ñoñas ni en cerveza extranjera, pero si escatimamos dinero en lugares para dormir, por eso ni bien pisamos tierra ecuatoriana y vimos que la moneda local era el dólar preguntamos cuál era el lugar más barato, ahí fuimos. En consecuencia conocimos amarretes como nosotras, artesanos, ecuatorianos laburantes, hippies y a Leo.

Leo es un chileno raro, el loco andaba solo parando en el hotel. Nos vio el mate argentino y se nos puso hablar al toque. A Leo hacía dos días que lo había abandonado la mujer (DOS DÍAS!!!), estaba alquilando una habitación con una sola cama matrimonial y eso lo ponía jodidamente mal. De afuera se veía la sillita para el auto que usan los bebés, la tenía ahí vacía, apoyada sobre la mesa. Nunca entendí por qué no la dejó dónde estaba el bebé. Leo estaba recientemente solo y no sabía con quién estar, entonces se nos pegó! Salía con nosotras siempre, venía a la playa,
venía a las excursiones, almorzaba, cenaba y tomaba cerveza con nosotras, siempre hablando de su mujer, de cuánto la extrañaba y de lo mucho que lloraba por las noches recordando al hijo, mientras miraba la sillita, daleeee Leo, dejá de dar pena! Terminaba el momento dramático y como era un chileno adinerado empezaba a comprar cerveza y tragos a lo loco, se olvidaba de su mujer, del hijo y no paraba de decir que buen acento tienen las argentinas (dale Leo comportate querés?)

En fin, una tarde tipo 19 hs llegó y me invitó a comer, me dijo que estaba con el auto y si quería ir a una playa que estaba a una hora, yo había vuelto al hotel solamente a llenar el termo con agua caliente para pasar el rato y el Leo chileno me ofrecía mariscos en una playita cerca...venga! Ni lo dudé, vamos Leo! Ni me baño! Arranquemos ahora que vengo con hambre atrasado! Efectivamente fuimos a cenar.
Leo me llevó a una marisquería, estuvo toda la noche sacando billetes chilenos y con cada nuevo billete que sacaba contaba la respectiva historia del prócer y por qué estaba la cara del tipo ese en el billete, ah...entre billete y billete me decía: "Que lindos pies que tenés, no lo puedo creer". Leo! Son pies, no jodas! Ni me bañé! Tengo arena y la marca de la ojota! En fin el Leo no paraba de admirar mis mugrientos pies y a mi eso me parecía bastante raro pero bue...

A las dos horas de haber aprendido un montón sobre próceres y billetes chilenos emprendimos la vuelta y cuándo estábamos por llegar a la entrada del pueblito y sobre la ruta, Leo paró el auto...mamá!!! "¿Leo qué hacés?", le dije. "Pau, pasate al asiento de atrás, dale" dijo el chileno. Ok, ¿que mierda hago pensé? ¿Corro? Me mata! Él tiene auto y yo...solamente pies! La puta! Bueno me voy al asiento de atrás y por lo menos estiro las piernas, al carajo. Leo se bajó, me abrió la puerta, la cerró, abrió la otra puerta trasera y se sentó junto conmigo. No dijo nunca nada. Me agarró un pie, lo acarició, me agarró el otro pie, lo lamió (siiii! Por favor! Me chupó los pies), se frotó mis dos pies por su cara, me miró y dijo: "Ya está". Se bajó, me abrió la puerta me hizo pasar adelante y fuimos al hotel. Nunca más se habló del tema y al día siguiente a las 7 am nos fuimos las cuatro solas a otro lado. Si...Leo el chileno...me violó los pies!

Gracias al fundamental e indispensable aporte de Dai, con esto el blog deja de tomarse vacaciones.